Será síndrome de Peter Pan. Inmadurez. Será vagancia, qué se yo.
Extraño esa sensación cuasi permanente de irresponsabilidad.
Que te permitía levantarte tarde, comer galletitas hasta que se terminaba el paquete, no peinarte si no tenías ganas, acampar abajo de la mesa del comedor con todos los osos y las muñecas, mantener largas conversaciones con tu amigo imaginario. Todo eso que los adultos no nos permitimos. Esa confianza que sin importar cómo te ¨portaste ¨, algo te irán a traer igual los Reyes Magos.
Esa serena felicidad que te daban las amigas que se sentaban en la vereda a charlar sin que hubiera ningún tema de conversación.
Los alfajores de maicena.
Revolver cajones en la casa de la abuela.
Y jugar a las cartas hasta tarde, tarde...