No existe recuerdo de infancia de mayor nitidez para el coetáneo promedio que el Parque Rodó. Eso sí, para algunos serán las tardes de mate y bizcochos por esos caminitos de piedra, para otros las lanchitas por el lago, para otros las vueltas a caballos cansados, para otros los autitos chocadores o la rueda gigante, para otros el pop o la manzana acaramelada. Infancia antes era mucho más simple. Playa, calor, y Parque Rodó. Cuánto se han complicado las cosas después. Si te das una vuelta, sin embargo, unas cuantas generaciones más adelante, los chiquilines siguen yendo al Parque Rodó... La magia de los paseos clásicos...
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